Cuando se trata de personas, todo tiene que ver con ergonomía. Como dice Peter Morville en su libro “Ambient Findability“, la posición de un botón en una máquina, la imagen de una señal de tráfico, la silla Herman Miller que le resolvió su problema de dolor de espalda, todo lo que usamos, todo lo que nos permite trabajar debe ser cómodo, debe ser fácil, debe ser práctico y finalmente, debe ser productivo.
En estos días hemos estado trabajando en un rescate de un proyecto de desarrollo de software. Los rescates son una de esas cosas que no deberían existir, pero que parecen inherentes al medio profesional de los sistemas de información.
Me imagino que hay rescates de todo tipo, pero tengo la creencia de que la gran mayoría tienen su origen en una falta de buenas prácticas y un exceso de malas prácticas.
Existen buenas prácticas que podríamos llamar “sofisticadas” o “exquisitas”, como el uso de metodologías como XP y RUP, el uso de diagramas UML, las métricas de código, etc. De estas hablan muchos libros y muchos blogs, pero todos damos por sentado que las prácticas más básicas están allí de respaldo, esta creencia es tan ingenua como la que tiene un niño en Santa Claus.
Las buenas prácticas elementales son a veces tan generales que son poco discutidas en los libros del tema. Muchas de ellas son aplicables a cualquier persona que trabaja en una oficina, que permanece sentado la mayor parte del tiempo frente a una computadora. Otras se aplican a todos los que trabajamos en entornos colaborativos. Lo cierto es que apenas se les menciona en los manuales de desarrollo de software.
Hoy no voy a hablar de cómo hacer casos de uso o de cómo usar un dashboard de desarrollo, de la integración continua y las pruebas de similitud de código. Hoy quiero reafirmar la importancia de las buenas prácticas más elementales del desarrollo de software. Continue reading →