Hoy andamos de tuiteraturos

Pues sí, los tuiteros andan que sí sí, que si no, con algo que dicen que se llama Twitteratura. Las discusiones son muchas, bonito todo, ingenuo la mayoría.

Los lugares comunes: La literatura sigue, cambian los medios. Y pues… qué le digo.

Y a lugares comunes, respuestas comunes. El arte es lo que una comunidad autorizada (artistas, críticos, estudiosos, etc.) reconoce como arte. La literatura calza las mismas botas.

Que si lo de twitter es literatura, vaya usted a saber. Si sí, no hay duda de que no sólo el medio, sino también todo lo demás ha cambiado. A la literatura, como casi todo, ya no la hacen como antes.

Lo que es seguro es que la literatura y las artes en general tienen un mar de posibilidades en los nuevos medios, desde los 140 caracteres de twitter hasta las complicadas posibilidades de las tabletas digitales, pasando por blogs, wikis, ebooks y cualquier otra monería por el estilo.

Pasando de largo por la discusión de si la literatura es esto o aquello, llegamos al incómodo y más bien lucrativo tema de los derechos de autor. Que acá entre nos, yo no sé que tienen ni de derechos ni de autores.

Les preocupa a algunos aquello de los derechos de autor, un tema que parece tener mucho para discutir, sobre todo en estos días en que el famoso ACTA anda en redacciones. Pero mire usted, que lo de los DRM para los twitts es torcer tanto el rizo como para que le de un calambre.

Como siempre, tomo mi posición. Ni todo lo que hay en internet es de todos, ni el open source o sus equivalentes literarios son la única opción, ni los DRM y el combate a la piratería con más regulaciones tienen el más mínimo sentido. Las cosas no van por allí y twitter mucho menos.

Si tiene miedo de que le vuelen las ideas o las palabras, no habrá una cuenta en twitter. En cualquier otro caso, dele una oportunidad.

Los libros y la televisión

Los libros no tienen nada que temer en estos tiempos de redes sociales y consolas de videojuegos. Quien la tiene realmente difícil es la televisión. Ella sí, pobrecita, tiene sus días contados. Los libros en cambio, sólo están cambiando el papel por las pantallas, lo demás va bien, el nuevo esquema de entretenimiento bajo demanda les cayó como anillo al dedo. Ellos siempre han sido literatura bajo demanda, no saben ser de otra forma.

Siendo realistas, las cosas no podrían ir mejor. Las ventas de libros han aumentado de manera vertiginosa en la última década. No se fije usted en qué clase de libros son los que más se venden, el caso es que se venden, y mucho. Incluso, si nos ponemos en saco del viejito cascarrabias, los libros clásicos, los libros “buenos”, se venden mucho más hoy que hace diez años. Yo sé, yo sé, que comprar libros y leerlos no es lo mismo, ¿pero no cree usted que al menos la mitad de los libros que se compran tienen la buena suerte de ser leídos?

La televisión en cambio, pierde terreno día a día. El año pasado, en gringolandia nomás, el país supuestamente más enajenado por la tele, la gente pasó más tiempo en redes sociales que viendo la tv. Lo cierto es que la caja esa no va a desaparecer, no del todo. La idea ya valió, y la idea era la del stream continuo, donde uno tenía que llegar, como si se tratase de una cita con el sicoanalista, a ver el futbol o la telenovela o las aventuras de don gato. Ahora usted ya puede, o podrá muy pronto, elegir qué quiere ver y a qué hora lo quiere ver.

Yo crecí con la cantaleta de los adultos que sentían que los jóvenes ya no leíamos ni el libro vaquero y que cada día estábamos más enchufados al cinescopio de las televisiones. Veíamos mucha tele, eso es cierto. Los viejos y adultos temían, o se hacían los que temían, la pronta e inminente desaparición de los libros. Hoy los libros siguen allí, tan campantes, en sus librerías cada vez más grandes, en sus lectores electrónicos, en sus teléfonos. Y la tele… pues esa está cada día más diluida en el afluente del entretenimiento bajo demanda y de las redes sociales.

¿Por qué entonces nos quejamos, o se quejan algunos, de que en estos tiempos se lee menos? Vaya usted a saber, ansias apocalípticas me imagino. Lo cierto es que la gente lee, lee en Internet, lee en sus teléfonos, en sus computadoras, en sus tabletas, incluso, por raro que parezca, lee en sus libros.

Puede que, eso sí, ni a usted ni a mí nos guste lo que la mayoría de la gente lee, pero eso, reconozcamos, eso es otro tema.

La belleza de la tortura

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La violencia y la muerte se consideran de por sí de mal gusto, júntelas y espantará a todas las buenas conciencias, compare estos suplicios con el arte y tendrá la desaprobación social garantizada. La violencia nos avergüenza, nos atemoriza. Nos molesta la muerte, nos ofende y nos indigna.

Cuántas veces ha querido matar usted al taxista cafre que se le cierra en pleno tráfico matutino, o torturar hasta la muerte a su intransigente jefe por andarle pidiendo las perlas de la virgen para antes de la hora de la comida. Continue reading

Avui ja es Sant Jordi i Amazon arma als cavallers

Encara que a Mèxic poca gent sap que avui es sant Jordi, dia dels enamorats i de les roses i dels llibres, a mi m’agrada molt aquesta diada i vaig molt content a les llibreries per a comprar regals. Avui, que tinc al cap això dels Webs socials, he començat a enumerar els llocs a Internet dedicats als llibres i a la convivència social. Perquè no es sorprenent que hi hagi tants d’aquests Webs? Vostè i jo sabem la resposta: Amazon.

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