Poesía Vs Publicidad

Hay muchas formas de darle más vueltas al riso, no todas gratuitas y muchas innecesarias pero interesantes. Recuerde usted siempre que el chiste de Ítaca es el camino y no la llegada.

Hace poco estuve de mirón en una escaramuza entre un publicista (Marco Colin) y un poeta (Aurelio Asiain). Ambos dos, al menos a juicio de un servidor, personas inteligentísimas. El poeta, como si quisiera provocar nomás, defendía el lenguaje poético de la publicidad. El publicista, con la camiseta bien calada, defendía el pragmatismo de su actividad y la distanciaba cuanto podía de la poesía.

Para que no se me sorprenda, querido lector, le advierto que estoy más de acuerdo con el publicista que con el poeta, pero nomás tantito.

Con un poco de andamiaje discursivo, podemos concluir que o bien la poesía y el arte en general es una forma de mercadotecnia o bien que la mercadotecnia es una forma de poesía que busca crear en nosotros sensaciones placenteras asociadas a ciertas marcas.

Si no lo ha leído, le invito a pasearse por “Next” de Alessandro Baricco, que en cosa de pocas páginas nos provoca a ver el arte y el elitista mundo de la cultura como una forma de merchandising.

Ambas torceduras son tan convincentes como tramposas. Que podamos decir algo no quiere decir que sea útil, por más sentido que parezca tener. Olvídese usted de la lógica y el formalismo. Hilando fino, no hay forma de evitar la ambigüedad del lenguaje natural, no hay forma de evitar la interpretación, por abogados que nos redacten el entuerto. Al final nos tenemos que apañar como podamos con la interpretación.

Que la publicidad y la poesía son dos cosas bastante distintas o dos cosas bastante parecidas, es algo que podemos decir dependiendo del contexto de referencia en el que nos paramos.

Ambas intentan comunicar sensaciones. Sí, pero no debería sorprendernos, finalmente, ambas son formas de comunicación y no conozco ninguna forma de comunicación que no intente comunicar sensaciones (ahórreme la definición de Shannon que nada tiene que ver con seres vivos, mucho menos con seres humanos).

La pregunta sería más bien, ¿nos sirve de algo decir que la publicidad es poética? Honestamente, más allá de una “imagen poética”, no le veo ningún uso a este aparente oxímoron. Es la diferencia la que suele ser más útil, y entre la poesía y la publicidad, son sus distinciones lo que vale la lengua.

La diferencia más notable entre la publicidad y la poesía está en la intención, y no me refiero a la intención de comunicar o de trasmitir, eso, ya quedamos, no es un distingo sino todo lo contrario. La intención de ser lo que son. ¿Ya se está usted riendo de mí? Bueno, si no le molesta, sigamos un poco más. La poesía, como el arte y muchas otras chucherías del quehacer humano son lo que son por la intención de serlo. De que comenzamos a ver las cosas así ya ha pasado mucho tiempo, ¿recuerda usted el urinario de Duchamp o la Propuesta monocromática de Klein? O sea, que al arte lo definen los artistas y los críticos de arte que lo llaman así, “arte”. La publicidad también es por su intención, no de ser “publicidad” sino de vender algo, de que se fije usted en “otra” cosa.

Que sean distintas no quiere decir que la publicidad no pueda ser artística o poética en ocasiones, o que la poesía y el arte no puedan a su vez publicitar algo (ya me dirá usted si los cuadros de Warhol no hicieron más famosas las sopas Campbells).

En fin, que al final el poeta y el publicista decían cosas con mucho sentido, y que las cosas se parecen y no.

Las antienseñanzas de Christopher Alexander

san-sanDesde niños nos enseñan a ser creativos, a ser originales. Nos educan a no copiar a los demás y a tratar de reinventar el hilo negro todo el tiempo, aunque sólo sea ponerle motitas de decoración para distinguirnos de los demás. Con el tiempo, esas enseñanzas serán aprovechadas por la mercadotecnia que seguirá machacándonos lo mismo: “se original, distínguete de los demás, cómprate un…”

Pero resulta que algunos crecemos y terminamos en medio del desarrollo de software o en la arquitectura o en la ciencia o, para acabar pronto, en la vida real. Una vida en la que ser creativo es importante, pero ser práctico lo es mucho más. De nada nos sirve reinventar mil veces la rueda, a veces sólo necesitamos usarla y lo más razonable será tomar la rueda que alguien más, o muchos alguienes más ya inventaron y perfeccionaron; a veces es casi una rueda lo que necesitamos, entonces nos ahorraremos mucho trabajo comenzando con una rueda y modificándola, que haciendo todo desde el principio y sin ayuda. Y en algunas otras ocasiones, con mucha suerte, lograremos mejorar un poco el diseño de la rueda y podremos publicar nuestra humilde aportación a la humanidad. En cualquiera de estos casos, más nos vale saber qué es lo que ya se inventó, así nos ahorramos mucho trabajo, horas de sueño y bastante dinero. Continue reading

La belleza de la tortura

cambio-de-piel

La violencia y la muerte se consideran de por sí de mal gusto, júntelas y espantará a todas las buenas conciencias, compare estos suplicios con el arte y tendrá la desaprobación social garantizada. La violencia nos avergüenza, nos atemoriza. Nos molesta la muerte, nos ofende y nos indigna.

Cuántas veces ha querido matar usted al taxista cafre que se le cierra en pleno tráfico matutino, o torturar hasta la muerte a su intransigente jefe por andarle pidiendo las perlas de la virgen para antes de la hora de la comida. Continue reading

Literatura Blog

Alguna vez leí que Alessandro Baricco (si no lo conoce, lo invito a probar con Seda o Sin sangre, que son los primeros libros que leí de él y que me convirtieron en un aficionado a su literatura) estaba buscando una literatura para los tiempos modernos, según entendí, ese era el motivo de su taller literario Holden en Turín.

Una literatura que fuese ágil, que no se entretuviese en churumbeles inútiles, que pudiese ser leía por los habitantes de las vertiginosas ciudades modernas.

Continue reading