Después de mis últimos comentarios acerca de la ciencia, no dudo que alguno lector piense que soy uno de los enemigos personales de las academias y universidades. Lamento no darle toda la razón a tan perspicaz lector, tengo mis problemas con la estructura académica, sobre todo con la sobrevaloración de los certificados (títulos y anexos) y con el fanatismo cientificista, pero la ciencia sigue siendo uno de los puertos más agradables por los que he pasado. Comencé, hace muchos años, una inexistente carrera científica en las áreas biológicas. Los caminos de la vida, sin embargo, son como los de la isla de Ítaca.
Estaba yo terminando de dar mi clase (torturo ocasionalmente a unos chamacos con algo de matemáticas). Un doctor me detuvo en el clásico pasillazo, platicamos un poco de los alumnos, de los cambios en el instituto y sin saber cómo, llegamos al tema que me llevó, hace muchos años, cuando era joven y pensaba en ser un gran científico, a ese mismo edificio: el DNA, el misterioso y complicado código genético. Continue reading